Ruso
Discurso del Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, Hugo Chávez Frías en la Sexagésima Asamblea General de la
Organización de Naciones Unidas
Organización de Naciones Unidas (ONU). Nueva York.
Jueves,
15 de septiembre de 2005
Cinco años después de la Cumbre
del Milenio, la cruda realidad es que la gran mayoría de las metas diseñadas,
pese a que eran ya de por sí modestísimas, no serán alcanzadas.
Pretendimos reducir a la mitad los 842 millones de hambrientos para el año
2015. Al ritmo actual la meta se lograría en el año 2215, ve a ver quién de
nosotros estaríamos allí para celebrarlo, si es que la especie humana logra
sobrevivir a la destrucción que amenaza nuestro medio ambiente.
Habíamos
proclamado la aspiración de lograr en el 2015 la enseñanza primaria
universal. Al ritmo actual la meta se alcanzará después del año 2100,
preparémonos pues para celebrarlo.
Esto,
amigas y amigos del mundo, nos lleva de manera irreversible a una amarga
conclusión: las Naciones Unidas han agotado su modelo, y no se trata
simplemente de proceder a una reforma, el siglo XXI reclama cambios
profundos que sólo son posibles con una refundación de esta organización.
Esto no sirve, hay que decirlo, es la pura verdad.
«…»El
primero está marcado por los acuerdos lastrados por el viejo esquema, no le
rehuimos, y traemos, incluso, propuestas concretas dentro de ese modelo en
el corto plazo.
Necesitamos alas para volar, sabemos que hay una globalización neoliberal
aterradora, pero también existe la realidad de un mundo interconectado que
tenemos que enfrentar no como un problema sino como un reto, podemos, sobre
la base de las realidades nacionales, intercambiar conocimientos,
complementarnos, integrar mercados, pero al tiempo debemos entender que hay
problemas que ya no tienen solución nacional, ni una nube radioactiva, ni
los precios mundiales, ni una pandemia, ni el calentamiento del planeta o el
agujero de la capa de ozono son problemas nacionales.
«…»Mientras
avanzamos hacia un nuevo modelo de Naciones Unidas que haga cierto y suyo
ese nosotros de los pueblos, hay cuatro reformas urgentes e irrenunciables
que traemos a esta Asamblea.
La
primera, la expansión del Consejo de Seguridad tanto en sus categorías
permanentes como en las no permanentes, dando entrada a nuevos países
desarrollados y a países en desarrollo como nuevos miembros permanentes. La
segunda, la necesaria mejora de los métodos de trabajo para aumentar la
transparencia y no para disminuirla, para aumentar el respeto y no para
disminuirlo, para aumentar la inclusión. La tercera, la supresión inmediata,
seguimos diciéndolo desde hace seis años desde Venezuela, la supresión
inmediata del veto en las decisiones del Consejo de Seguridad, ese vestigio
elitesco es incompatible con la democracia, incompatible con la sola idea de
igualdad y de democracia.Y en cuarto lugar el fortalecimiento del papel del
Secretario General, sus funciones políticas en el marco de la diplomacia
preventiva, debe ser consolidado.
«…»En la
reunión de enero pasado de este año 2005 estuvimos en el Foro Social Mundial
en Porto Alegre, diferentes personalidades allí pidieron que la sede de
Naciones Unidas saliera de Estados Unidos si es que continúan las
violaciones a la legalidad internacional por parte de ese país.
«…»Por eso proponemos a esta Asamblea que Naciones Unidas salga de un país
que no es respetuoso con las propias resoluciones de esta Asamblea. Algunas
propuestas han señalado a una Jerusalén convertida en ciudad internacional
como una alternativa. La propuesta tiene la generosidad de proponer una
respuesta al conflicto que vive Palestina, pero quizás tenga aristas que
hagan difícil llevarlo a cabo. Por eso traemos aquí otra propuesta, anclada
en la Carta de Jamaica, que escribió Simón Bolívar, el gran Libertador del
Sur, en Jamaica, en 1815, hace 190 años. Ahí propuso Bolívar la creación de
una ciudad internacional que sirviera de sede a la idea de unidad que
planteaba. Bolívar era un soñador que soñó lo que son hoy nuestras
realidades.
Creemos
que ya es hora de pensar en la creación de una ciudad internacional ajena a
la soberanía de ningún Estado, con la fuerza propia de la moralidad de
representar a las Naciones del mundo, pero esa ciudad internacional tiene
que reequilibrar cinco siglos de desequilibrio. La nueva sede de Naciones
Unidas tiene que estar en el Sur, “¡El Sur también existe!”, dijo Mario
Benedetti.
«…»Señoras, señores, enfrentamos hoy una crisis energética sin precedentes,
en el mundo, en la que se combinan peligrosamente un imparable incremento
del consumo energético, la incapacidad de aumentar la oferta de
hidrocarburos y la perspectiva de una declinación en las reservas probadas
de combustibles fósiles. Comienza a agotarse el petróleo.
Para el
2020 la demanda diaria de petróleo será de 120 millones de barriles, con lo
cual, incluso sin tener en cuenta futuros crecimientos, se consumiría en 20
años una cifra similar a todo el petróleo que ha gastado la humanidad hasta
el momento, lo cual significará, inevitablemente, un aumento en las
emisiones de dióxido de carbono que, como se sabe incrementa cada día la
temperatura de nuestro planeta.
Katrina ha sido un
doloroso ejemplo de las consecuencias que puede traer al hombre ignorar
estas realidades. El calentamiento de los océanos es, a su vez, el factor
fundamental detrás del demoledor incremento en la fuerza de los huracanes
que hemos visto en los últimos años. Valga la ocasión para transmitir una
vez más nuestro dolor y nuestro pesar al pueblo de Estados Unidos, que es un
pueblo hermano de los pueblos de América también, y de los pueblos del mundo.
Es
práctica y éticamente inadmisible sacrificar a la especie humana invocando
de manera demencial la vigencia de un modelo socioeconómico con una
galopante capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo e
imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es,
precisamente, el principal causante.
Hace
poco el señor Presidente de Estados Unidos asistió a una reunión de la
Organización de Estados Americanos, a proponerle a la América Latina y al
Caribe incrementar las políticas de mercado, la apertura de mercado, es
decir, el neoliberalismo, cuando esa es precisamente la causa fundamental de
los grandes males y las grandes tragedias que viven nuestros pueblos: el
capitalismo neoliberal, el Consenso de Washington lo que ha generado es
mayor grado de miseria, de desigualdad y una tragedia infinita a los pueblos
de este continente.
«…» En 1974, hace 31 años
adoptó la declaración y el programa de acción sobre un nuevo Orden Económico
Internacional, junto con el plan de acción la Asamblea General adoptó el 14
de diciembre de aquel año 1974 la Carta de Derechos y Deberes Económicos de
los Estados que concretó el Nuevo Orden Económico Internacional, siendo
aprobada por mayoría aplastante de 120 votos a favor, 6 en contra y 10
abstenciones –esto era cuando se votaba en Naciones Unidas–, porque ahora
aquí no se vota, ahora aquí se aprueban documentos como este documento que
yo denuncio a nombre de Venezuela, como irrito, nulo e ilegal, se aprobó
violando la normativa de las Naciones Unidas, ¡no es válido este documento!,
habrá que discutir este documento, el Gobierno de Venezuela lo va a hacer
conocer al mundo, pero nosotros no podemos aceptar la dictadura abierta y
descarada en Naciones Unidas, estas cosas son para discutirlas y para eso
hago un llamado muy respetuoso, a mis colegas los Jefes de Estado y los
Jefes de Gobierno.
«…» Ahora más que nunca
–decíamos– requerimos retomar, retomar cosas que se quedaron en el camino,
como la propuesta aprobada en esta Asamblea en 1974 de un Nuevo Orden
Económico Internacional, para recordar algo, digamos lo siguiente, el
Artículo 2 del texto de aquella carta, confirma el derecho de los estados de
nacionalizar las propiedades y los recursos naturales que se encontraban en
manos de inversores extranjeros, proponiendo igualmente la creación de
carteles de productores de materias primas. En su Resolución 3.201 de mayo
de 1974, expresó la determinación de trabajar con urgencia para establecer
un Nuevo Orden Económico Internacional basado –oiganme bien, os ruego– “en
la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la
cooperación entre todos los estados cualesquiera que sean sus sistemas
económicos y sociales, que corrija las desigualdades y repare las
injusticias entre los países desarrollados y los países en desarrollo, y
asegure a las generaciones presentes y futuras, la paz, la justicia y un
desarrollo económico y social que se acelere a ritmo sostenido”, cierro
comillas, estaba leyendo parte de aquella Resolución histórica de 1974.
El
objetivo del Nuevo Orden Económico Internacional era modificar el viejo
orden económico concebido en Breton Woods.
«…» Hoy reclamamos desde los
pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela, un nuevo orden económico
internacional, pero también resulta imprescindible un nuevo orden político
internacional, no permitamos que un puñado de países intente reinterpretar
impunemente los principios del Derecho Internacional para dar cabida a
doctrinas como la “Guerra Preventiva”, ¡vaya que nos amenazan con la guerra
preventiva!, y la llamada ahora “Responsabilidad de Proteger”, pero hay que
preguntarse quién nos va a proteger, cómo nos van a proteger.
Yo
creo que uno de los pueblos que requiere protección es el pueblo de Estados
Unidos, demostrado ahora dolorosamente con la tragedia de Katrina: no tiene
gobierno que lo proteja de los desastres anunciados de la naturaleza, si es
que vamos a hablar de protegernos los unos a los otros; estos son conceptos
muy peligrosos que van delineando el imperialismo, van delineando el
intervencionismo y tratan de legalizar el irrespeto a la soberanía de los
pueblos, el respeto pleno a los principios del Derecho Internacional y a la
Carta de las Naciones Unidas deben constituir, señor Presidente, la piedra
angular de las relaciones internacionales en el mundo de hoy, y la base del
nuevo orden que propugnamos.
«…»Urge
enfrentar de manera eficaz, ciertamente, al terrorismo internacional, pero
no usándolo como pretexto para desatar agresiones militares injustificadas y
violatorias del Derecho Internacional, que se han entronizado como doctrina
después del 11 de septiembre. Sólo una estrecha y verdadera cooperación, y
el fin de los dobles raseros que algunos países del Norte aplican al tema
del terrorismo, podrán acabar con este horrible flagelo.
«…»En
apenas 7 años de Revolución Bolivariana, el pueblo venezolano puede exhibir
importantes conquistas sociales y económicas.
Un millón 406 mil
venezolanos aprendieron a leer y a escribir en año y medio, nosotros somos
25 millones aproximadamente y, en escasas semanas el país, dentro de pocos
días, podrá declararse libre de analfabetismo, y tres millones de
venezolanos antes excluidos por causa de la pobreza, fueron incorporados a
la educación primaria, secundaria y universitaria.
Diecisiete millones de venezolanos y venezolanas –casi el 70% de la
población- reciben, por primera vez en la historia, asistencia médica
gratuita, incluidos los medicamentos y, en unos pocos años, todos los
venezolanos tendrán acceso gratuito a una atención médica por excelencia.
Se suministran hoy más de
1 millón 700 mil toneladas de alimentos a precios módicos a 12 millones de
personas, casi la mitad de los venezolanos, un millón de ellos lo reciben
gratuitamente, de manera transitoria. Estas medidas han generado un alto
nivel de seguridad alimentaria a los más necesitados.
Señor Presidente, se han creado
más de 700 mil puestos de trabajo, reduciéndose el desempleo en 9 puntos
porcentuales, todo esto en medio de agresiones internas y externas, que
incluyeron un golpe militar facturado en Washington, y un golpe petrolero
facturado también en Washington, pese a las conspiraciones, a las calumnias
del poder mediático, y la permanente amenaza del imperio y sus aliados, que
hasta estimula el magnicidio. El único país donde una persona se puede dar
el lujo de pedir el magnicidio de un Jefe de Estado, es Estados Unidos, como
ocurrió hace poco con un reverendo llamado, Pat Robertson muy amigo de la
Casa Blanca: pidió públicamente ante el mundo mi asesinato y anda libre,
¡ese es un delito internacional!, ¡terrorismo internacional! |